Te has parado a pensar….¿cómo sería yo, si eso me estuviera pasando a mí?
Cuando un amig@ acude a ti porque necesita hablar, o busca a otras personas para pedir ayuda, no quiere decir que quien escucha tenga derecho a emitir juicios de valor.
Nadie está en posesión de la verdad, aunque algunas personas lo crean por el mero hecho de afirmar que tienen experiencia sobre lo que están escuchando, centran su atención en lo que van a decir después de que termine de hablar la otra persona, en vez de centrarse en intentar entender, comprender…
No solo se trata de oír sus palabras, hay que saber mirar, reconocer el tono de voz, los gestos…
Saber escuchar es mucho más que oír las palabras del otro, es concentrarse y centrarse en lo que dice, en querer saber lo que realmente siente su alma.
Escuchar exige franqueza, confianza y respeto. Preguntar a alguien..¿como estás?, y esperar a que te responda.
Cada persona es única, por esa misma razón no podemos tener la osadía de creer saber lo que siente, lo que sufre y lo que está pasando dentro de su corazón, de su alma.
Saber escuchar, requiere “ponerse en el lugar de los demás”, dejar a un lado, aunque sea temporalmente, las verdades de cada uno y asumir que otros pueden ver las cosas de manera diferente. Además, no emitir juicios de valor, al escuchar cosas que no resulten de nuestro agrado o no coincidan con nuestras ideas.
Tenemos dos orejas y una sola boca, justamente para hablar menos y escuchar más.
Así que cuando veas a una persona sufriendo, o acuda a ti porque necesita hablar, se sienta triste o tenga algún problema, recuerda……. ¿Cómo sería o me sentiría yo, si esto me estuviera pasando a mí?
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